Hace más de cuatro años, hablando con gente joven (de entre 20 y 25 años) estudiantes con los que tuve el inmenso placer de trabajar, siempre que salía el tema de la situación del país, todos coincidían en que la gente no hacía nada y que había que salir a la calle, y protestar para que las cosas cambiarán… Trataban de hacerme ver que no valía quedarme en casa y no asistir a las numerosas marchas y manifestaciones que hacía la oposición, que había que salir, que había que marchar, que había que protestar… Yo simplemente les preguntaba si estaban dispuestos a salir a la calle y a poner sus vidas en riesgo… La respuesta siempre era la misma…. No.
Hoy pareciera que ya da igual… Que la única opción es jugarse la vida para que las cosas cambien… Si tienes suerte, volverás a casa…. Si no…
Va una semana de protestas, y cada día la violencia y la represión es más brutal… Los vídeos son más y más impactantes cada día… Y no se trata de que sea la primera vez que veo videos de esta magnitud, se trata de que son en mi país, en las calles donde crecí, donde trabaje, donde viví más de treinta años… La gente que veo que maltratan, golpean y matan, son venezolanos, como yo, como mis hermanos, mis sobrinos y mis amigos… Y la angustia de pensar que podría ser cualquiera de ellos es aterradora….
Quienes me conocen saben que siempre trato de ver las cosas desde un punto de vista positivo y, sobre todo, trato de ser empática y ponerme en los zapatos de los demás… Pero hoy esa empatía me dio un golpe de realidad que no esperaba…. Hoy la tristeza se ha apoderado de mi….
Desde este lado 